Las cámaras termográficas capturan la radiación infrarroja emitida por los objetos y la traducen en imágenes de calor, permitiendo identificar variaciones de temperatura imperceptibles al ojo humano. Son esenciales en inspección industrial (detección de puntos calientes en motores, paneles eléctricos o sistemas de fabricación), mantenimiento predictivo (prevención de fallos mecánicos), diagnóstico de edificaciones (aislamiento térmico, filtraciones) y emergencias (búsqueda y rescate o detección de incendios). Gracias a su alta sensibilidad y rangos de medición que pueden abarcar desde –20 °C hasta más de 2 000 °C, ofrecen resoluciones térmicas y espaciales diversas según la aplicación, con opciones portátiles, montadas en drones o integradas en líneas de montaje automatizadas.